¿Es posible tratar al agresor como un amigo?
Según Izzy Kalman, psicólogo con más de 40 años de experiencia en colegios en Estados Unidos e Israel, lo más efectivo para neutralizar el bullying es responder con un trato amistoso que saque al afectado del rol de víctima. Aquí tomamos referencias de cómo se interesa por el tema y cómo explica su método.
Su interés por el bullying, nació poco después de empezar a trabajar con colegios (lo que inició en 1978, luego de obtener su máster en Psicología Clínica). Entonces constató que el acoso era un problema siempre presente, en vías de deterioro, y que tiene al insulto —presencial o virtual— como su arma predilecta. Algo que fue confirmado por la Unicef en el marco del Foro Mundial sobre Educación celebrado en Londres en 2019. La organización dio a conocer un estudio en el que se afirma que el acoso escolar afecta a uno de cada tres estudiantes en el mundo y que las causas más comunes de intimidación tienen que ver con ataques verbales relacionados con la apariencia física, seguida por aspectos como la raza o el color de piel.
El 20 de abril de 1999, cuando Eric Harris y Dylan Klebold asesinaron a 12 estudiantes y a un profesor, lesionaron a 24 personas y posteriormente se suicidaron, Kalman comenzó a preguntarse por qué el mundo entero se centró en castigar a los verdugos, en lugar de enseñar a los jóvenes a frenar los ataques contra ellos. ¿Acaso olvidaban que Eric y Dylan dijeron haber hecho esto justamente por sentirse víctimas? ¿No estaba el bullying en la raíz del sentimiento vengativo que derivó en el tiroteo escolar más impactante en la historia de Estados Unidos? ¿Puede el bullying abordarse como si se tratara de un juicio legal, donde todo se enfoca en encontrar al culpable y castigarlo?
Muchos colegios han adoptado un discurso de condena hacia el bullying, pero no resuena en los alumnos, porque ningún agresor cree que lo es: siempre piensan que son ellos las víctimas. Si llevas a un niño a la inspectoría por agredir a alguien, dirá que el otro empezó. Nadie piensa en sí mismo como un bully. Es la naturaleza humana —ejemplifica. Y luego agrega:
—Este discurso tiene además otros problemas. Si el agresor cree que es víctima, y el “juicio” escolar lo percibe como verdugo, ese niño odiará aún más a su víctima inicial y también al colegio. Lo mismo si un niño que es víctima de bullying acusa a su agresor frente a las autoridades de su colegio. ¿Si me pones en problemas, no voy a estar más enojado aún contigo? Y mientras más rabia, más venganza. El bullying no se detiene pese a los discursos en su contra, porque la manera en la que suele abordarse genera más odio, y este suele ser motor de más violencia. En especial cuando empiezan a intervenir los adultos. Mientras más rabia, más venganza.
En las muchas entrevistas que ha ofrecido, Kalman siempre alude a la idea de que la violencia hacia otros ha existido siempre y no cesará. Por eso, insiste tanto en la importancia de enseñar a las personas a manejarla. No sobrevivirla, sino domarla. No busca dejar que los niños “se endurezcan y aprendan a arreglárselas solos”, sino enseñarles a los que son agredidos que sí pueden hacer algo al respecto. Su idea es no caer en la tentación de solucionar el problema desde el mundo adulto, por ejemplo exigiendo que el agresor sea expulsado del colegio, sino darles a los afectados herramientas que les serán útiles incluso en la vida adulta, donde siempre habrá quien intente atacarlos.
Kalman se basa en dos conceptos clave en salud mental.
-Una de las primeras cosas que se aprenden al estudiar Psicología es que lo que tú haces afecta la manera en la que otros te tratan. No es un tema de culpa, sino de responsabilidad. Tu manera de actuar puede hacer algo por cambiar las cosas —comenta. —También aprendes que las emociones, si bien son inevitables, se pueden manejar, porque se basan en cómo tú entiendes y procesas lo que ocurre. Esto es uno de los principios básicos de la terapia cognitiva: lo que sientes depende de cómo evalúas los estímulos. En este sentido, un insulto te hará sentir mal solo si tú piensas que es terrible. Y eso se puede desaprender. Puedes quitarles valor a los insultos hasta que te den lo mismo.
En sus seminarios y en su consulta, Kalman enseña que se debe responder a la violencia siguiendo lo que llama “la regla de oro”: tratar a otros como te gustaría que traten a ti mismo. Esto implica ser amable y amistoso, siempre. Aunque algunos han interpretado su método de manera simplista como una recomendación para “hacerse amigo de los agresores”, como buscando irse a una vereda más segura, el psicólogo precisa que se refiere más bien al concepto global de “ser amistoso”. Por ejemplo, si el otro dice que eres tonto, hay que responderle que uno lo encuentra inteligente, no excusarse ni dar explicaciones relacionadas con el tema del ataque, porque eso es como echarle bencina al fuego. En cambio, si se responde de manera amable, la violencia se corta. El otro no sabe cómo seguir.
—Se podría usar para esto la palabra “neutralizar”, porque efectivamente frena al agresor, pero da un paso más allá, porque puede incluso convertir al que era tu enemigo en tu amigo —comenta.
El método, dice, puede ser fácilmente aprendido hasta por niños de 5 años. Asegura que, en promedio, pueden empezar a verse cambios dentro de apenas una semana, aunque los primeros días puede parecer contraproducente, porque el victimario tarda en ajustarse.
Tanto Kalman como otros profesionales vinculados con educación y psicología reconocen que esta propuesta es de gran utilidad, pero tiene límites. Algunos especialistas opinan que el método de Kalman es funcional solo en casos menos graves de bullying o en sus etapas iniciales, cuando el daño psicológico aún no es muy profundo. Según Kalman, sería beneficioso para todos los menores, con excepción de quienes sufren condiciones neurológicas o psiquiátricas específicas, como trastornos psicóticos, daño cerebral, algunos casos del espectro autista o cuadros muy severos de déficit atencional. También recalca que cuando el agresor es realmente un criminal, dispuesto a hacer lo que sea independientemente de la reacción de la víctima, sí se debe huir y pedir ayuda. Pero estos casos son los menos.
Con todo, el psicólogo explica que para que el método sea realmente aprendido y funcione de manera efectiva, es fundamental realizar juegos de rol. Es la única manera de lograr que las respuestas asertivas y amables surjan espontánea y sinceramente, no como una simulación o una impostación, cuya falsedad pueda ser percibida —y aprovechada— por el agresor.
—No sirve simplemente leer sobre el tema. Nadie deja de sentirse agredido solo porque alguien les dice que ignoren los insultos. Tienes que sentir los cambios dentro tuyo para aprender —precisa.
Lea el artículo completo, escrito por Sofía Beuchat en https://merreader.emol.cl/2019/06/18/RVYA/3D3J3DM7/light?gt=050001