PARENTALIDAD DISTRAÍDA EN RRSS: EFECTOS EN LOS NIÑOS
Distraídos con sus teléfonos, los padres suelen perderse las señales emocionales que envían los hijos o las interpretan mal. Permanentemente atentos a sus equipos celulares no solo son un mal ejemplo: también pueden estar dañando el desarrollo cognitivo y emocional de sus hijos. ¿Cuáles son los costos? Adquieren menos herramientas de lenguaje, aumentan su riesgo de sufrir depresión e incrementan la incidencia de problemas conductuales.
EL COSTO DE HABLAR MENOS
Bastante se ha investigado acerca del uso excesivo del daño que hace a un niño/a estar expuesto excesivamente a la pantalla. La Asociación de Pediatras de Alemania, presentó en el 2017 un estudio que advierte que apenas media hora de exposición diaria a teléfonos inteligentes sube seis veces el riesgo de alteraciones en la concentración en niños de 8 a 13 años. Pero, menos se ha investigado sobre el efecto que tienen en los niños el hecho que sus padres estén permanentemente conectados al teléfono.
Erika Christakis- antropóloga, autora del libro “The importance of being Little: Wath Young Chilldren really neef from grownups” de 2017, llama “parentalidad distraída” al fenómeno que podría ser ejemplificado en lo que cotidianamente se ve en las plazas: mientras los niños están jugando en los columpios y balancines los adultos están sentados mirando y manipulando su pantalla de teléfono cada ciertos minutos. Los padres están de manera física, pero no están sintonizados emocionalmente.
La autora menciona, entre otros daños posibles de esa falta de conexión, el desarrollo del lenguaje. Los infantes de entre 11 y 14 meses dice, manejan el doble de palabras cuando son expuestos a la clásica comunicación parental, muy gestual, incluso algo exagerada y de gramática simplificada. Es de ellos y sus cuidadores de quien van aprendiendo a hablar.
Daniel Halpern, de la UC refiere a un estudio de la Universidad de Boston que arrojó que, cuando hay una sobreexposición a las pantallas, la probabilidad de que se reduzca el vocabulario disponible en la mente aumenta. Esto se produce por una razón simple: los niños escuchan menos, cada vez menos, por lo que se pierde la oportunidad de ir enriqueciendo el lenguaje. Un daño que se profundiza con el tiempo y no es fácil de revertir.
LA IMPORTANCIA DE MIRARSE
“La desatención parental ocasional no es catastrófica, pero la desatención crónica es otra cosa” precisa Erika Christakis. “Los adultos distraídos se ponen irritables cuando se interrumpe su uso del teléfono y se pierden las señales emocionales que envían sus hijos o las malinterpretan. El tipo de separación que surge cuando un padre está con su hijo, pero de un modo descomprometido emocionalmente, solo comunica que el hijo es, finalmente, menos importante que un mail.
“Los niños harán mucho por atraer nuestra atención, y si no cambiamos de conducta ellos intentarán hacerlo por nosotros. Podemos esperar muchas más pataletas que antes. Pero, eventualmente, los niños se rinden”, dice Erika Christakis, en The Atantic.
La Dra. Andrea Aguirre, psiquiatra infanto juvenil de la U. de los Andes, en torno al tratamiento de problemas relacionados con el abuso de tecnologías, señala que es importante que los niños entiendan que sus padres trabajan con los celulares, que lo necesitan. No se trata de demonizar los teléfonos. Pero, los padres deben tener espacios libres de tecnología.
¿Cómo controlar las emociones de los hijos si están ausentes, ensimismados en sus pantallas?
En este proceso, la mirada de los adultos es central. La mirada en sentido literal: que los ojos se crucen. No sirve contestar una pregunta sin levantar la cabeza, con la atención a medias. – Cuando miran, te validan. Cuando esto no ocurre, el niño siente que no tiene peso dentro de la familia.
Fuente: En la era digital “Los efectos de la parentalidad distraída” Sofía Bauchat. http://.emol.com/2019